Origenes de Mi Pueblo

APRENDIENDO LOS ORIGENES DE MI PUEBLO

Erase una vez, en un pueblito llamado La Higuera, vivía un abuelito muy lindo y tierno, que habitaba en una casita muy acogedora construida de adobe.

El abuelito Aníbal era una persona muy querida en esos años, tenía una gran familia compuesta por su señora, una tierna viejecita llamada Guillermina y sus 9 hijos, 7 varones y 2 mujeres.

Este abuelito tenía a su cargo una nieta a quien quería mucho y la llamaba amorosamente “Cherita”. Ella se quedó a vivir con ellos porque su mamá y papá tuvieron que emigrar al norte en busca de nuevos horizontes y un mejor bienestar para su familia, ya que en esos tiempos la minería estaba escaseando.

La pequeña niña “Cherita”, se entristecía por la ausencia de sus padres y el abuelito trataba de animarla invitándola al cerro de Las Diucas. Le llevaba una botella con agua y un sombrero para que el sol no le afectara. Ella se alegraba muchísimo al estar junto a su abuelo porque a cada pregunta, él siempre tenía como respuestas bellas y mágicas historias.

En un hermoso día de primavera, Cherita recordó a sus padres, el abuelito se dio cuenta de la tristeza que la niña reflejaba en sus ojos y la invitó al cerro como de costumbre.

- ¡ya!, Cherita - le dice alegre su abuelo, sabe para que se le quite la pena, la invito a caminar.

- Sí abuelito – contesta alegremente la pequeña – vamos para que me cuentes bellas historias.

Al llegar al cerro de Las Diucas, Cherita preguntó a su abuelo...

- Abuelito - con una voz muy tierna - puede usted contarme una de esas bellas historias que solo usted sabe contar...

- Claro que sí Cherita - responde, mientras se sienta - te contaré desde el principio...

“¿Sabes?, Cherita; El pueblo en que vivimos se llama La Higuera, porque sus primeros habitantes eran de apellido Higueras; familia numerosa, que lograron dar vida al pueblo, que logró la fama, gracias, a la popularidad y existencia del mineral, como; el cobre, el oro, el hierro, y otras pastas, que se trabajaban y extraían de minas, como, la mina Santa Rosa, María Teresa, El Jote, El Escorial

Llegó mucha gente de distintas partes de nuestro país, a trabajar en la minería. En aquel tiempo, el mineral, lo extraían de las minas, cargando un capacho a sus espaldas. Trabajaban con herramientas manuales como, la cuña, el combo - ese es un martillo gordo y pesado - ya que era de hierro grueso. El capacho era fabricado con cuero de cabra o vacuno, cocido con hilo grueso y firme. El metal lo bajaban, a unas canchas, donde tenían que ser escogidos, para luego embarcarlos. Lo llevaban en carretas tiradas por mulas o caballos, a la fundición, que existía en cruz grande.

Construyeron sus propias casas, estas hechas de pircas a ladrillos, que aún quedan en los cerros - como, tú puedes ver Cherita - no existían calles, como tampoco locomoción. Para viajar a La Serena, lo hacían en carretas tiradas por mulas o caballos, viajaban una o dos veces al mes; se iban muy de madrugada, para regresarse de noche.

La Higuera, se dividía en dos Higueras; una alta, y una baja, tenían una cancha que la llamaban “cancha brava”, se desafiaban a pelear por creerse unos mejores que otros, salía un bravo de una, y un bravo de otra, hasta haber un vencedor. A pesar de la rudeza de ellos, estos hombres eran limpios y leales.

También eran muy católicos, tenían una iglesia muy bella, esta se ubicaba en cerrito en que nos encontramos, tenía forma de una hermosa catedral, donde vivían monjas y curas; cuando celebraban fiestas religiosas, concurría gente de ambas Higueras.

Esta catedral terminó con un gigantesco incendio, donde no quedó nada.

También te contaré que por estas tierras pasaron los indios arrancando de los Españoles, y detrás de nosotros existe un cementerio que se cree hay indios sepultados, y con ellos grandes tesoros.

- Cherita, ¿La estaré aburriendo con estas historias?

- No abuelito me gustó mucho escuchar estas historias que son reales, y que cuando yo sea grande las contaré tal cual me las cuenta usted, y así mis hermanos o hijos conocerán la antigua Higuera.

- Además Cherita, se que las historias de La Higuera nunca terminarán, y seguirán pasando cosas buenas y cosas malas, nuevas generaciones, nuevas costumbres, y cosas que viviremos juntos los dos.

Y así fue que Cherita olvidó su pena, poniéndose muy alegre tomada de la mano de su abuelito, caminando juntos de regreso a su Humilde morada…

Recopilado y recordado por Gabriela Seura Molina

La Higuera