Cancha Brava

CANCHA BRAVA

En las faldas del cerro Las Diucas ubicado en el pueblo de La Higuera, se encuentra un espacio amplio, cuyas dimensiones precisan del tamaño de una cancha de fútbol, en este lugar la gota de sudor y sangre de cada obrero fue endureciendo y escribiendo en la tierra, una de las más célebres y ocultas tradiciones del mundo minero. En aquella época los hombres parecían ser mas rudos, mas fuertes, mucho mas sacrificados. La vida exigía a los hombres y mujeres ser mas atrevidos, les exigía la supervivencia para mantenerse en pie en este mundo lleno de sacrificios.

La gran cantidad de minerales que se extraían de aquellas oscuras, silenciosas y peligrosas minas, permitían al minero bajar a divertirse cargado de plata. Algunos personajes populares conocidos como “mentirosos”, cuentan que el minero cuando llegaba al pueblo, caminaba con un hombro caído, producto de la gran cantidad de monedas que traían en sus bolsillos, ellos decían “el minero viene ladia´o”. El lugar de encuentro para la diversión eran las cantinas, fondas y quintas, éstas ofrecían bailes, comidas, alojamiento y entretención para todo buen obrero que buscaba la aventura.

Como en toda fiesta campesina, se comía hasta mas no poder para luego entrar al baile, las cantoras preparaban sus instrumentos, el aire comenzaba a calentarse con el tañar de las cuecas, el vino corría de mesa en mesa y los mineros reunidos en grandes grupos, contaban sus hazañas y anécdotas en aquellas bondadosas minas. La fiesta duraba incluso días, pero con alcohol en la sangre y tabaco en el alma, no hay hombre que no se ponga violento y no hay diablo que se quede afuera. Aquellos gentiles obreros que amigablemente se divertían, de pronto tan rápido como entra la espesa niebla al pueblo, se daban cita para una pelea de gallos en la nombrada “Cancha Brava”.

Muchos pobladores eran amantes fieles de este tipo de peleas, los hombres se enfrentaban en la cancha mano a mano, el ganador de la pelea era el hombre que lograba mantenerse en pies hasta el final. Los encuentros de gallos se realizaban los días domingo, siempre y cuando hubiera hombres decididos a pisar y mojar las tierras de la cancha brava. Hasta el lugar llegaba gran cantidad de personas de los alrededores, como Santa Gracia, Solapar, Condoriaco, El Barco, La Serena y también de la Tercera Región, los hombres viajaban horas para presenciar cada encuentro.

Estas famosas peleas de gallos dan fe de una cultura y tradición poco conocida y olvidada por muchos. El pueblo tenia una expresión y una forma de ver el mundo distinta a nuestro tiempo, el cual se vio estrechamente ligado a la lucha diaria por conquistar este rincón del mundo llamado “Comuna de La Higuera”.

Anónimo