El Asalto

EL ASALTO

Desde sus orígenes La Higuera siempre fue un lugar tranquilo, callado y misterioso, los mineros podían pasear libremente por aquellas largas y anchas calles que dan la forma característica de este pueblo. En aquellos años la vida era tan tranquila y rutinaria que hasta los perros se aburrían de no tener ladrones a quien morder.

Como todo pueblo minero que se encuentra en gloria gracias a sus minerales, el dinero jamás faltaba en los bolsillos de los esforzados trabajadores. Las personas salían desde de sus casas al centro comercial para comprar la mercadería que necesitaban. En este lugar se encontraban la mayoría de las tiendas que proveían a la población, habían panaderías, relojerías, joyerías, almacenes, peluquerías, ferias y cantinas. En el pueblo las persona se conocían bastante y podían reconocer a simple vista un forastero.

En la calle Pedro Pablo Muñoz había una joyería, su dueña era la señora María Georgina, en la tienda se podía encontrar una gran cantidad de oro transformado en relojes, anillos, cadenas, aros, pulseras y un sin fin de joyas que tenían alta demanda por las mujeres de la época.

Un día llegaron al pueblo unos hombres muy extraños, no eran como todas las personas que acostumbraban a llegar hasta estos lugares, porque no visitaron las minas, no visitaron el mercado e incluso jamás saludaron a los pobladores. Estaban vestidos con trajes oscuros muy elegantes, sombreros de ala corta y zapatos que brillaban tan fuerte como sol. En un primer momento la impresión de las personas que caminaban por las calles principales fue grande, pero después de ver a los misteriosos hombres recorrer y detenerse a mirar los locales, no le dieron mayor importancia a esta extraña visita.

A la mañana siguiente la gran sorpresa fue para todo el pueblo, la joyería de la señora Georgina había sido asaltada por unos extraños hombres que entraron a la tienda mientras ella dormía. Algunos mineros comentaban que al salir de la faena, vieron a unas personas subir por entre los cerros con grandes maletas pero no le dieron mayor importancia y continuaron caminando. Un acontecimiento tan extraño jamás había pasado en La Higuera, por esta razón lo sucedido aquel día, quedó para siempre en el recuerdo de toda la población.

Pasado el tiempo un par de años, llegó un hombre como cualquier otro, se paseaba por toda la calle Pedro Pablo Muñoz, lo vieron sentarse en la esquina sur oeste de la Plaza, frente a un antiguo almacén, el hombre tenía puesta su mirada en el cerro por donde dicen los mineros subieron aquellos extraños sujetos cargados con maletas, el individuo era precisamente uno de los asaltantes de la joyería de doña Georgina. Muchas personas cuentan que lo vieron subir al cerro, al parecer habían dejado escondidas algunas maletas con joyas, lo extraño de toda esta historia es que aquel misterioso forastero nunca mas se vio bajar ni salir del pueblo, algunos piensan que se lo tragó la tierra, otros suponen que quizás el señor de las oscuras noches Higueranas, cobró la parte que le correspondía del motín, el alma de los hombres.

Anónimo