Relato sobre Punta de Choros


RELATO PUNTA DE CHOROS

Don Guido Bolbarán Rojas, es un habitante de Punta de Choros, se siente muy a gusto, por ser él un guardián de la cultura de este Pueblo, a pesar haber vivido en Coquimbo, se siente un gran “ puntano”.

El tío” Dogui”, como le llaman amistosamente los demás pobladores. Se vino de Coquimbo en el año 1979, para radicarse en Punta de Choros.

A dedicado parte de su vida a rescatar la cultura de esta localidad; ya que al ver que algunos pobladores al encontrarse antigüedades como punta de flechas, bajillas, pinzas, entre otras; las comercializaban en el llamado mercado negro. Eso fue una de las mayores motivaciones para hacer esta gran obra que beneficia al pueblo.

Nos contó que los primeros habitantes de estas costas fueron los changos; antiguos pobladores que vivían de la caza y la pesca. Se han encontrado restos de la cultura de los changos, en grandes cementerios; uno cerca del cerro de la virgen, otro en la caleta, donde actualmente se encuentran las oficinas de CONAF.

También estas costas fueron refugio de piratas que surcaron por los mares de La Serena y Coquimbo, encontrando en las islas Los Choros y Dama un refugio para sus embarcaciones.

La casa de don Guido es un interesante museo creativo, donde se puede encontrar una colección de puntas de flechas, fotografías, restos de animales marinos que ha encontrado muertos en la orilla de la playa, convirtiéndolos en toda una obra de arte.

Según su pensamiento, el turismo les trajo un beneficio, permitiéndoles proteger y cuidar la naturaleza, pero por sobre todo les impide bajar hasta el fondo del mar arriesgando sus vidas.

Dice don Guido que la isla Los Choros y Dama, tienen espléndidas formas que a simple vista no pueden ser apreciadas fácilmente.

La isla Dama al mirarla desde una vista aérea, toma una forma mitológica con cuerpo de mujer, una cola de pescado y alas que dan una figura sorprendente.

La Isla de Choros, tiene forma de un joven indio americano mirando el cielo, con un capacho en su cabeza y un tambor en sus pies, este se ve de perfil desde el continente.

Cada uno de nosotros puede contribuir a esta obra, el rescatar la antigua cultura de nuestro pueblo, de esta manera seremos verdaderamente hombres con identidad.

Historia de El Pije

EL PIJE

Había una vez una historia ocurrida en la falda del cerro de Las Diucas, ahí habían varias fondas que solamente se abrían en la noche. Hasta este lugar llegaban siempre después de las doce de la noche los huasos de algunos cerros cercanos, pero las mujeres de las fondas solamente esperaban al huaso llamado “El Pije”.

Era un huaso distinguido sobresalía entre los demás, vestía un traje negro de cola, tenía correa negra con un brillante de oro y sus botas estaban bordadas con el mismo material. Cuando el llegaba salían tres o cuatro mujeres a recibirlo pero siempre elegía a una. Un día “El Pije” llegó como a las dos de la madrugada, el baile estaba en su punto y él se entusiasmó a bailar con la mujer que siempre le acompañaba.

Yo estaba debajo de la mesa cuando “El Pije” zapateaba y desde sus botas salían grandes chispas, vi su boca botando fuego al sonreír. Todas las personas presentes en la fiesta quedaron impactados al ver que “El Pije” comenzaba a elevarse con su bailarina. Yo grité debajo de la mesa “Ave María Purísima” que baila bien “El Pije” cuando de repente todo se llena de fuego y humo y el bailarín desapareció, en ese momento comprendí que era el mismísimo Diablo. Desde entonces yo nunca más salí en la noche hasta ser adulto.

Esta historia me la contó don Caciano Guerrero Alvarado (Q.E.P.D.).

Recopilado por Hilda Guerrero Fábrega

La Higuera

Cueca Los Higueranos


LOS HIGUERANOS

Cueca

Autor: Anónimo

En la higuera no hay azúcar

Ni cigarros que fumar

// Pero hay cerveza y hay vino

Eso no puede faltar // (Bis)

Lo primero que ofrecen

Los Higueranos

// Cerveza y vino blanco

Pisco y cinzano // (Bis)

Pisco y cinzano ay si

La rica malta

// Que en todos los boliches

Nunca hace falta // (Bis)

Los Higueranos dicen

Somos felices


La Quinta

LA QUINTA

La Higuera pueblo de fuerza para retener o hacer volver a las personas que lo dejan, encierra muchos misterios por ser una zona con gran auge de la minería como cobre, oro y plata.

Mi Familia Molina Zambra estuvo por muchos años en el norte ya en el año 1960 mis padres decidieron radicarse en La Higuera y compraron una propiedad llamada La Quinta. En este lugar mágico sí que hay historias; esta era una casa grande que tenía doce piezas, un largo pasillo un huerto con árboles frutales que rodeaban toda la casa. Allí vivió don Gaspar Álvarez, sirvió de escuela entregando una de sus piezas para la realización de las clases. Cómo les decía cuando nosotros llegamos a esta casa nos encontramos con un lugar abandonado las piezas llenas de vidrios y polvo y las ventanas quebradas, no había luz y para serle bien sincero nosotros teníamos mucho miedo, no podíamos entender como mi papá no pensó en nosotros al traernos a esta casa tan fea. Con mis hermanos nos criamos en el norte, Potrerillos y luego en El Salvador, en una casa cómoda y amplia. Poco a poco nos fuimos adaptando y encontrando los encantos que tenía este nuevo hogar, frente a nuestros ojos había grandes desmontes donde los hombres sacaban el metal según contaban, era de buena ley. Las noches oscuras y tenebrosas como suelen ser en estos lugares eran alegrados por las luciérnagas que adornaban todo el jardín. Cuando había luna llena aparecía un caballo negro que galopaba por el aire hasta perderse cerca de la Torre en San Juan.

Hoy en día mi familia aún vive allí, la casa ya no es como en aquellos años pero sí seguimos siendo felices y como de sueños también se vive, soñamos que algún día La Quinta vuelva a ser la hermosura de antes.

Recopilado por Juana Molina Zambra

La Higuera

Poema Torre de San Juan

POEMA TORRE DE SAN JUAN

¿Porqué no creer en algo que se escondió en el tiempo y que hasta el momento de su partida nada se sabía?, quien podría imaginar una estructura sellada por los años y anclada en las orilla del peligro, un monumento con gran valor histórico y maravilla local. Ingeniosa estructura metálica que una vez palpé, vi y quizás hasta me llamó con locura, desafiándome a conocer la misteriosa cima de la obra, plataforma vertigosa y desconocida.

Monumento y reliquia nuestra que un día dejé partir, te alejaste para siempre como se aleja el alma del cuerpo. ¿Porqué no se pudo retener? ¿A quien reclamar el daño sentimental que causaste en quienes te conocieron?. Aunque jamás mostraste al mundo la angustia de estar obligada al recuerdo, siento que más de una vez me llamaste cuando te vi en fotografías. Perdona monumento local porque nadie abogó por ti en el momento que tus desgarradores gritos de compasión, retumbaban en los oídos de nosotros, tus hijos, tratando de permanecer aquí para siempre.

Que torpeza no haberte disfrutado antes, ahora y dolorosamente te comparo con mi padre que comparte el maravilloso sitio de la eternidad. Como olvidarte si el recuerdo es lo único que no muere, perdónanos traicionada madre de hierro fundido, que entregaste tus servicios y tu bondad al desarrollo rural.

Así como se lamenta, también se cuenta de ti. Fuiste testigo ocular de parejas que se refugiaban escapando de la claridad de la luna y las estrellas fugases, cuentan que cobijaste en tu armoniosa estructura, al caminante que recibía del cielo el penetrante rayo de sol, a él le diste una pequeña porción de frescura que tenían tus fuertes brazos de hierro. Los cuerpos cansados bebían de tu agua que al dormir, daba la impresión que se bebía el mejor néctar de vida.

Ante tus ojos cuantos obreros, amigos y amantes del abismo, se pasearon por tus orillas buscando de sol a luna el sustento familiar, jamás se comentó desgracia alguna, porque nunca lo quisiste amistosa y leal Torre de San Juan.


Anónimo

Origenes de Mi Pueblo

APRENDIENDO LOS ORIGENES DE MI PUEBLO

Erase una vez, en un pueblito llamado La Higuera, vivía un abuelito muy lindo y tierno, que habitaba en una casita muy acogedora construida de adobe.

El abuelito Aníbal era una persona muy querida en esos años, tenía una gran familia compuesta por su señora, una tierna viejecita llamada Guillermina y sus 9 hijos, 7 varones y 2 mujeres.

Este abuelito tenía a su cargo una nieta a quien quería mucho y la llamaba amorosamente “Cherita”. Ella se quedó a vivir con ellos porque su mamá y papá tuvieron que emigrar al norte en busca de nuevos horizontes y un mejor bienestar para su familia, ya que en esos tiempos la minería estaba escaseando.

La pequeña niña “Cherita”, se entristecía por la ausencia de sus padres y el abuelito trataba de animarla invitándola al cerro de Las Diucas. Le llevaba una botella con agua y un sombrero para que el sol no le afectara. Ella se alegraba muchísimo al estar junto a su abuelo porque a cada pregunta, él siempre tenía como respuestas bellas y mágicas historias.

En un hermoso día de primavera, Cherita recordó a sus padres, el abuelito se dio cuenta de la tristeza que la niña reflejaba en sus ojos y la invitó al cerro como de costumbre.

- ¡ya!, Cherita - le dice alegre su abuelo, sabe para que se le quite la pena, la invito a caminar.

- Sí abuelito – contesta alegremente la pequeña – vamos para que me cuentes bellas historias.

Al llegar al cerro de Las Diucas, Cherita preguntó a su abuelo...

- Abuelito - con una voz muy tierna - puede usted contarme una de esas bellas historias que solo usted sabe contar...

- Claro que sí Cherita - responde, mientras se sienta - te contaré desde el principio...

“¿Sabes?, Cherita; El pueblo en que vivimos se llama La Higuera, porque sus primeros habitantes eran de apellido Higueras; familia numerosa, que lograron dar vida al pueblo, que logró la fama, gracias, a la popularidad y existencia del mineral, como; el cobre, el oro, el hierro, y otras pastas, que se trabajaban y extraían de minas, como, la mina Santa Rosa, María Teresa, El Jote, El Escorial

Llegó mucha gente de distintas partes de nuestro país, a trabajar en la minería. En aquel tiempo, el mineral, lo extraían de las minas, cargando un capacho a sus espaldas. Trabajaban con herramientas manuales como, la cuña, el combo - ese es un martillo gordo y pesado - ya que era de hierro grueso. El capacho era fabricado con cuero de cabra o vacuno, cocido con hilo grueso y firme. El metal lo bajaban, a unas canchas, donde tenían que ser escogidos, para luego embarcarlos. Lo llevaban en carretas tiradas por mulas o caballos, a la fundición, que existía en cruz grande.

Construyeron sus propias casas, estas hechas de pircas a ladrillos, que aún quedan en los cerros - como, tú puedes ver Cherita - no existían calles, como tampoco locomoción. Para viajar a La Serena, lo hacían en carretas tiradas por mulas o caballos, viajaban una o dos veces al mes; se iban muy de madrugada, para regresarse de noche.

La Higuera, se dividía en dos Higueras; una alta, y una baja, tenían una cancha que la llamaban “cancha brava”, se desafiaban a pelear por creerse unos mejores que otros, salía un bravo de una, y un bravo de otra, hasta haber un vencedor. A pesar de la rudeza de ellos, estos hombres eran limpios y leales.

También eran muy católicos, tenían una iglesia muy bella, esta se ubicaba en cerrito en que nos encontramos, tenía forma de una hermosa catedral, donde vivían monjas y curas; cuando celebraban fiestas religiosas, concurría gente de ambas Higueras.

Esta catedral terminó con un gigantesco incendio, donde no quedó nada.

También te contaré que por estas tierras pasaron los indios arrancando de los Españoles, y detrás de nosotros existe un cementerio que se cree hay indios sepultados, y con ellos grandes tesoros.

- Cherita, ¿La estaré aburriendo con estas historias?

- No abuelito me gustó mucho escuchar estas historias que son reales, y que cuando yo sea grande las contaré tal cual me las cuenta usted, y así mis hermanos o hijos conocerán la antigua Higuera.

- Además Cherita, se que las historias de La Higuera nunca terminarán, y seguirán pasando cosas buenas y cosas malas, nuevas generaciones, nuevas costumbres, y cosas que viviremos juntos los dos.

Y así fue que Cherita olvidó su pena, poniéndose muy alegre tomada de la mano de su abuelito, caminando juntos de regreso a su Humilde morada…

Recopilado y recordado por Gabriela Seura Molina

La Higuera

Breves Relatos de La Antigua Higuera

BREVES RELATOS DE LA ANTIGUA HIGUERA

En el pueblo de La Higuera en los años mineros, las cosas eran muy diferentes como lo son hoy en día, la mayoría de las casas tenían huertos con árboles frutales, montes para las comidas, hiervas medicinales y hermosas flores. En las quebradas de los alrededores, vivían muchos campesinos que tenían en su ganado, cabritos y tropas de burros; Las quebradas eran seguras, tenían mucha agua y el pasto adornaba todo el cerro como un gran poncho de colores silvestres; Las lluvias eran abundantes y la tierra era generosa. Todo campesino debía pagar el pasto que su ganado comía en tierras ajenas, el cobro no era significativo, muchas veces se llegaba a un acuerdo entre las partes.

La Pajita es una quebrada que traía suficiente agua como para sembrar y cosechar, había una noria que extraía el vital elemento para llevarlo hasta los huertos, éstos tenían una gran variedad de árboles frutales, hierbas y otros montes, también había tunales que podía dar sus frutos para todo el pueblo. Todas estas verdes quebradas, sustento de muchas familias, formaron parte de un pasado lleno de gloria para La Higuera.

En aquellos años algunos mineros trabajaban de forma particular en los desmontes, rasguñando por entre la tierra restos de mineral para ser comercializado. La mayoría de los hombres trabajaban en minas, sacaban el metal en carritos que ellos mismos debían empujar o emplear mulares. Otros utilizaban un método muy precario para levantar el mineral y sacarlo a la luz, subiendo endebles escaleras de entre los oscuros piques, cargaban el sacrificado y maltratado “Capacho” para obtener la preciada ley. Los hombres bajaban el metal a las fundiciones para convertirlo en barra y transportarlo en mulas o burros hasta la antigua estación ferroviaria que se encontraba en Punta Colorada o transportarlo hasta Totoralillo norte.

El teatro que se ubica a un costado del jardín infantil, fue testigo de un pasado cuyos recuerdos quedan en la memoria de hombres y mujeres que un día formaron parte de este maravilloso pueblo. El lugar era sede de encuentro para los habitantes de la zona, toda la comuna de La Higuera alguna vez participó de las fiestas que se realizaban en este célebre lugar. La música que acompañaba las agitadas fiestas, se escuchaba en una vitrola y muchas veces los bailes eran acompañados con el piano. Hasta no hace mucho el teatro fue considerado por los pobladores como testigo vivo, de aquel tiempo lleno de gloria y esplendor del mundo minero. Hoy en día gracias a la ayuda de proyectos se ha podido restaurar, no en su totalidad, pero pudiendo cumplir solamente su función básica, ser un lugar de encuentro para la población.

Durante el tiempo de colonización de estas tierras, llegaron a la zona gran cantidad de personas provenientes de diversos puntos del país y del mundo. Hasta el lugar llegó una familia Española que se instaló y levantó su empresa minera en el lugar conocido hoy como “Consultorio rural La Higuera”. La familia construyó una hermosa y cálida casona de madera que se ubica en la cima de una loma, entregando una vista privilegiada hacia el pueblo; La casona tiene una terraza cuyos pilares tienen un estilo griego, también posee un segundo piso y según cuentan tenía un subterráneo. El jardín estaba lleno de vida, habían perales, membrillos, olivos, flores y plantas que decoraban la casa, dando un estilo muy particular a este antiguo y desgastado patrimonio histórico local.

La empresa se encontraba detrás de la casa, actualmente se pueden apreciar algunos desmontes de mineral, testigos de aquella época tan maravillosa.

Según cuentan algunos pobladores, la familia española era solidaria y compresiva con los habitantes de La Higuera y sus trabajadores, este fue el motivo por el cual fueron respetados y queridos por toda la población.

¿Imagina usted señor lector como podría traerse el agua hasta estos lugares tan apartados?

El vital elemento llamado agua se traía mediante un sistema de canaletas que en su interior traía grandes tubos por donde circulaba la vida. El centro de abastecimiento era el tofo, desde este lugar se largaba el agua al pueblo. Cada sector de la localidad tenía controlado los horarios de reparto, para cada uno de ellos existía una gran llave por donde caía el agua. Las familias debían hacer grandes colas para alcanzar a llenar sus tarros y llevarlos hasta sus hogares. La gente llegaba muy temprano para hacer la fila, durante ese tiempo de espera, las señoras aprovechaban de comadrear y contar las copuchas de todo el pueblo, una vez que llegaba el agua, siempre había una señora que entraba en la fila, este acto dada el punto de partida para la típica discusión del día, entre las dueñas de casa.

Debido a que en aquella época había mucho trabajo, algunas personas no tenían tiempo de estar en la fila, por tal razón existían hombres que cargaban sus burros con tarros de agua, para pasar puerta a puerta vendiendo tan escaso elemento. Otros pobladores, principalmente aquellos que se encontraban viviendo por entre las quebradas, tenían sus propios posos para extraer el agua de consumo y de riego. Gran parte del agua era destinada al mantenimiento de los grandes e impresionantes campos de vida, llamados “Huertos”.

“El dinero ayuda pero la educación te cambia la vida”, esta frase estaba mas que clara para los habitantes de la antigua Higuera. Los obreros se preocupaban que sus hijos recibieran una educación básica completa, para que les permitiera desenvolverse mejor en un mundo que comenzaba a vivir continuos cambios. La educación no se entregaba íntegramente, puesto que no existía un establecimiento capaz de albergar a toda la población de estudiantes de la localidad. Los cursos eran separados por niveles y cantidad de alumnos, los más pequeños recibían la educación en la secretaría de la mujer, este lugar solo contaba con dos salas de clases, actualmente el terreno se dividió y es ocupado hoy por el gremio de mineros, una panadería y la sede de la agrupación juvenil Pacha-Inti. Los cursos más grandes recibían sus clases en el teatro o en unas salas que habilitaba la municipalidad pero ¿Qué pasaba si ambos recintos públicos estaban ocupados?, Bueno en estas circunstancias, las clases se entregaban en una casa bien amplia, capaz de cobijar a todo un curso de escolares que buscaban un sitio para aprender. La casa estaba ubicada en la esquina sur-poniente del jardín infantil, al lugar le llamaban “La Morrana”, aquí gentilmente abrían las puertas para la educación de todos los niños Higueranos. Los alumnos de aquella generación la lucharon bastante con el fin de sacar sus estudios, algunos lo lograron otros tuvieron que abandonar el colegio e ingresar con sus padres a la mina para ayudar en el hogar, puesto que la vida comenzaba a ponerse difícil.

Anónimo

La dama y El Diablo

LA DAMA Y EL DIABLO

Mi abuelo cuenta que cuando joven solía jugar a la pelota con sus amigos, realizaban grandes encuentros con diversos clubes deportivos de la comuna, a los invitados se les atendía con almuerzo, onces para los mas pequeños y después de finalizado el partido iban todos al baile de recibimiento. Cuenta que un día llegó a mirar el partido un hombre muy elegante, de traje oscuro y zapatos negros como la noche, se acercó hasta donde estaba un grupo de amigos y comenzó a platicar con todos, su lengua era tan envolvente que cualquier tema parecía interesante, los hombres quedaron maravillados con aquel forastero, le invitaron cerveza, cigarrillos e incluso le pidieron que los acompañara al recibimiento que se realizaría en el teatro. El forastero aceptó la invitación pero aseguró que nunca había estado en una fiesta, los hombres insistieron en que sería una buena oportunidad para que compartiera las tradiciones del pueblo. Una vez comenzado el baile, inmediatamente sacó a bailar a una hermosa muchacha, quien sorprendida con la invitación, aceptó la propuesta de a que vuelta su mirada para apreciar la hermosa visita. Todos se sorprendieron en un instante, pero luego continuaron bailando y celebrando sin darle mayor importancia, en ese momento el apuesto galán de la noche, caminó hasta donde estaba la mujer y le invitó una pieza de baile, él suponía que la joven aceptaría tan pronto como cae un fruto maduro o una flor marchita, la respuesta entonces fue negativa ¡No bailo con extraños! añadió la muchacha, el hombre solo sonrió, se dio la media vuelta y volvió con sus amigos. Después de un largo tiempo de espera, el forastero pidió a uno de sus compañeros, llevarle una bebida en su nombre a la difícil mujer, esta vez la respuesta fue la misma ¡ No acepto cosas de hombres que no conozco!.

El galán había pasado ya un par de horas insistiendo pero la respuesta siempre era negativa, en eso se le ocurre una idea bastante extraña, pidió al joven que había llevado la bebida, por favor sacar a bailar a la muchacha, él casi corriendo salió a invitarla, la mujer al escuchar al joven sonrió y aceptó de inmediato. Mientras la pareja bailaba, entró al teatro un aire tibio, formando pequeños remolinos en medio de la pista de baile, todas las personas comenzaron a moverse de un lado para otro, cuando de repente después de todo el albedrío, la hermosa mujer que bailaba justo en medio de la pista, como por encanto quedó bailando completamente desnuda. Todos los asistentes comenzaron a murmurar pero ni ella ni el joven se daban cuenta de lo que estaba pasando, de pronto una mujer se levanta desde su silla y cubrió a la joven con un gran abrigo negro, el misterioso hombre solo bebía dando la espalda desde el mostrador. La dama sacó a la impresionada joven para llevarla fuera del baile, en ese momento su compañero de baile reaccionó y salió corriendo para saber que había pasado. Al darse cuenta que la muchacha estaba desnuda, recordó a su amigo y corriendo entró al teatro para comunicarle lo sucedido, buscó por todos lados pero no encontró nada, preguntó a las personas y éstas le dijeron que estaba en el mostrador, al llegar hasta el lugar no había nadie solo una moneda de oro que giraba y giraba, el muchacho asombrado tomó la moneda y la apretó fuertemente. En ese minuto mientras sostenía la moneda, se dio cuenta que el hombre con quien había compartido toda la noche y había cortejado y desnudado a la mujer, era el conocido y nombrado Diablo que una vez mas había llegado al pueblo para hacer una de sus extrañas bromas.

Anónimo

Cancha Brava

CANCHA BRAVA

En las faldas del cerro Las Diucas ubicado en el pueblo de La Higuera, se encuentra un espacio amplio, cuyas dimensiones precisan del tamaño de una cancha de fútbol, en este lugar la gota de sudor y sangre de cada obrero fue endureciendo y escribiendo en la tierra, una de las más célebres y ocultas tradiciones del mundo minero. En aquella época los hombres parecían ser mas rudos, mas fuertes, mucho mas sacrificados. La vida exigía a los hombres y mujeres ser mas atrevidos, les exigía la supervivencia para mantenerse en pie en este mundo lleno de sacrificios.

La gran cantidad de minerales que se extraían de aquellas oscuras, silenciosas y peligrosas minas, permitían al minero bajar a divertirse cargado de plata. Algunos personajes populares conocidos como “mentirosos”, cuentan que el minero cuando llegaba al pueblo, caminaba con un hombro caído, producto de la gran cantidad de monedas que traían en sus bolsillos, ellos decían “el minero viene ladia´o”. El lugar de encuentro para la diversión eran las cantinas, fondas y quintas, éstas ofrecían bailes, comidas, alojamiento y entretención para todo buen obrero que buscaba la aventura.

Como en toda fiesta campesina, se comía hasta mas no poder para luego entrar al baile, las cantoras preparaban sus instrumentos, el aire comenzaba a calentarse con el tañar de las cuecas, el vino corría de mesa en mesa y los mineros reunidos en grandes grupos, contaban sus hazañas y anécdotas en aquellas bondadosas minas. La fiesta duraba incluso días, pero con alcohol en la sangre y tabaco en el alma, no hay hombre que no se ponga violento y no hay diablo que se quede afuera. Aquellos gentiles obreros que amigablemente se divertían, de pronto tan rápido como entra la espesa niebla al pueblo, se daban cita para una pelea de gallos en la nombrada “Cancha Brava”.

Muchos pobladores eran amantes fieles de este tipo de peleas, los hombres se enfrentaban en la cancha mano a mano, el ganador de la pelea era el hombre que lograba mantenerse en pies hasta el final. Los encuentros de gallos se realizaban los días domingo, siempre y cuando hubiera hombres decididos a pisar y mojar las tierras de la cancha brava. Hasta el lugar llegaba gran cantidad de personas de los alrededores, como Santa Gracia, Solapar, Condoriaco, El Barco, La Serena y también de la Tercera Región, los hombres viajaban horas para presenciar cada encuentro.

Estas famosas peleas de gallos dan fe de una cultura y tradición poco conocida y olvidada por muchos. El pueblo tenia una expresión y una forma de ver el mundo distinta a nuestro tiempo, el cual se vio estrechamente ligado a la lucha diaria por conquistar este rincón del mundo llamado “Comuna de La Higuera”.

Anónimo

Historia Minera

HISTORIA MINERA

Era una vez, diez mineros que trabajaban en una mina llamada El Túnel, esta era de cobre, de tanto trabajarla este mineral se fue agotando. Cierto día los mineros escucharon ruidos extraños dentro de la mina y pensaron que era un aviso de que aun contenía dicho mineral, pero se equivocaron, los ruidos que se escucharon eran los avisos de que la mina se derrumbaría en cualquier momento y así fue lo que sucedió, dejando atrapados a siete mineros, los de mas trabajadores que escaparon del derrumbe pidieron ayuda para poder salvar a los atrapados. Pasadas unas horas de angustia para los familiares, con mucha ayuda se logro sacar con vida a todos los mineros, lo que causo mucha alegría a las familias y gente del pueblo.

Posteriormente la mina fue cerrada, se le puso madera y fue impedido volver a trabajar allí.

Así fue como la gente recuerda por años este derrumbe que provoco tanta angustia a la gente de este pueblo.

Recopilado por Johany Díaz Osorio

La Higuera

El Asalto

EL ASALTO

Desde sus orígenes La Higuera siempre fue un lugar tranquilo, callado y misterioso, los mineros podían pasear libremente por aquellas largas y anchas calles que dan la forma característica de este pueblo. En aquellos años la vida era tan tranquila y rutinaria que hasta los perros se aburrían de no tener ladrones a quien morder.

Como todo pueblo minero que se encuentra en gloria gracias a sus minerales, el dinero jamás faltaba en los bolsillos de los esforzados trabajadores. Las personas salían desde de sus casas al centro comercial para comprar la mercadería que necesitaban. En este lugar se encontraban la mayoría de las tiendas que proveían a la población, habían panaderías, relojerías, joyerías, almacenes, peluquerías, ferias y cantinas. En el pueblo las persona se conocían bastante y podían reconocer a simple vista un forastero.

En la calle Pedro Pablo Muñoz había una joyería, su dueña era la señora María Georgina, en la tienda se podía encontrar una gran cantidad de oro transformado en relojes, anillos, cadenas, aros, pulseras y un sin fin de joyas que tenían alta demanda por las mujeres de la época.

Un día llegaron al pueblo unos hombres muy extraños, no eran como todas las personas que acostumbraban a llegar hasta estos lugares, porque no visitaron las minas, no visitaron el mercado e incluso jamás saludaron a los pobladores. Estaban vestidos con trajes oscuros muy elegantes, sombreros de ala corta y zapatos que brillaban tan fuerte como sol. En un primer momento la impresión de las personas que caminaban por las calles principales fue grande, pero después de ver a los misteriosos hombres recorrer y detenerse a mirar los locales, no le dieron mayor importancia a esta extraña visita.

A la mañana siguiente la gran sorpresa fue para todo el pueblo, la joyería de la señora Georgina había sido asaltada por unos extraños hombres que entraron a la tienda mientras ella dormía. Algunos mineros comentaban que al salir de la faena, vieron a unas personas subir por entre los cerros con grandes maletas pero no le dieron mayor importancia y continuaron caminando. Un acontecimiento tan extraño jamás había pasado en La Higuera, por esta razón lo sucedido aquel día, quedó para siempre en el recuerdo de toda la población.

Pasado el tiempo un par de años, llegó un hombre como cualquier otro, se paseaba por toda la calle Pedro Pablo Muñoz, lo vieron sentarse en la esquina sur oeste de la Plaza, frente a un antiguo almacén, el hombre tenía puesta su mirada en el cerro por donde dicen los mineros subieron aquellos extraños sujetos cargados con maletas, el individuo era precisamente uno de los asaltantes de la joyería de doña Georgina. Muchas personas cuentan que lo vieron subir al cerro, al parecer habían dejado escondidas algunas maletas con joyas, lo extraño de toda esta historia es que aquel misterioso forastero nunca mas se vio bajar ni salir del pueblo, algunos piensan que se lo tragó la tierra, otros suponen que quizás el señor de las oscuras noches Higueranas, cobró la parte que le correspondía del motín, el alma de los hombres.

Anónimo

Homenaje a La Higuera



HOMENAJE A LA HIGUERA

Este pueblo de La Higuera

Es un lugar muy querido

No hay nada en esta región

Ni siquiera parecido.

Este es un pueblo muy noble

Minero de corazón

La calidez de esta gente

Orgullo de la región.

El origen de este pueblo

Lleva un nombre sin fronteras

Porque hermanas fundadoras

Eran de apellido Higuera.

Las mujeres que llegaron

Descubrieron una mina

A la que le llamaron Blanca

Y que perduró por vida

Así comenzó esta historia

En esta mina de cobre

Que se explotó muchos años

Cobijando a gente pobre.

VI

Después siguieron buscando

Encontrando más riquezas

Descubriendo “Mina Casas”

Y la María Teresa

VII

Se abrió la Santa Gertrudis

Y la Mina santa Rosa

El Túnel y Sacramento

Y también la Caprichosa

VIII

Fueron muchas las minas

Que se explotaron con brillo

Llegando a tener embarque

En puerto Totoralillo.

IX

Cuando alguien sale de acá

Afuera se desespera

Por volver a su terruño

Que es el pueblo de La Higuera.

X

Por eso amigos les digo

Que en este pueblo minero

Aún existen las minas

Y también los pirquineros.

XI

Pero eso no fue todo

Y lo digo con decoro

Que en el pueblo de Agua Grande

Explotaron mucho el oro.

Recopilado y recordado por Pablo Molina Santander

La Higuera